lunes, 30 de agosto de 2010

Lunes- 30 .- Comienzo de semana a dos días de estrenar un nuevo mes: septiembre. No estoy entre los recién llegados de vacaciones pero me llegan sus quejas por el regreso a una rutina con contadas válvulas de escape.En un sólo día la muerte se me ha llevado a tres amigos muy jóvenes (39, 41, 52), de modo que les he sobrevivido. Tres infartos. Uno era ( es) poeta. Pienso que he de borrar sus direcciones, número de teléfono pero me falta valor. Una buena amiga me llama en el desespero de un desgarro amoroso y otro buen amigo me pide que le escriba una reflexión lúcida sobre cómo debemos entender la solidaridad hoy. ¿ por cuál de esta pequeña suma de duelos empiezo? Desde la soledad de mi mesa de trabajo, apenas percibo de afuera un haz de luz de un día inequívocamente soleado. Al amparo del silencio se me ocurre pensar que para convocar la esperanza de un futuro mejor es imprescindible saber primero que es lo intolerable,y para saberlo se necesita una gran capacidad para calificar. No ignoro que de mis pensamientos ahí afuera cualquiera haría un diagnóstico psiquiátrico.
Malos tiempos para las Humanidades. M.R. tiene razón cuando me advierte que todo cuanto aprendimos hoy no sirve para nada. Pero a mí me cuesta entrar en razón.

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